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La Educación del Futuro.
El futuro de la educación o la educación del futuro.
Bircham International University
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La Educación del Futuro
La educación es el proceso que facilita la adquisición de habilidades y la transmisión del conocimiento con el fin de prepararnos para nuestro propio desarrollo y el de la sociedad. Y aquí es donde radica su principal problema. La educación nos prepara para el desempeño de trabajos y funciones que existen hoy, pero que en el futuro todavía no se han inventado.
Nuestro sistema de educación actual es resultado de la creciente necesidad de especialización que generó la revolución industrial y que afianzó la investigación científica. Durante los dos últimos siglos, el sistema educativo ha sido el motor intelectual de los cambios sociales y económicos que nos definen hoy. Nunca antes en la historia hemos vivido los niveles de bienestar y de salud de los que disfrutamos en la actualidad. En 200 años la pobreza ha pasado de ser del 90% al 10%, la mortalidad infantil es mínima y la esperanza de vida, de casi un siglo.
Sin embargo, no somos conscientes de que el mundo está siendo revolucionado por la inteligencia artificial a un nivel tal, que la mayoría de los empleos que desempeñamos hoy ya no existirán en el futuro. Nadie parece percatarse de que la clase media que constituye los cimientos de la sociedad y de la economía se quedará sin trabajo en los próximos veinte años, debido a que todas aquellas funciones centradas en la especialización, la repetición de tareas y el manejo de datos van a ser realizadas de forma más eficiente por máquinas. Ya está pasando. Y un problema es que los sistemas educativos se aferran a seguir preparando a sus estudiantes para todos esos trabajos que los ordenadores realizan cada vez mejor, sin rechistar y sin exigir ningún sueldo.
Pero no hay que perder la esperanza. Mientras los seres humanos poblemos este planeta, siempre habrá funciones que serán patrimonio exclusivo de las personas. No importa lo eficiente que sea un sistema o un servicio. Las personas necesitamos interactuar con otras personas. Las máquinas no lidian bien con lo impredecible, ni gestionan el pensamiento crítico. Los grandes saltos intelectuales suelen resultar de relacionar cosas diferentes e inconexas, por ejemplo: bicicleta + cometa = avión. Es cierto que la automatización destruye mucho empleo, pero también va a generar muchas oportunidades.
La educación debe preparar a las futuras generaciones para lidiar con un entorno tecnológico capaz de resolver y sustituir buena parte de las tareas que realizamos hoy. ¿Lo está haciendo? La educación tradicional afianza sólidamente su progreso académico con muchos años de retraso con respecto a la realidad, mientras tanto, la modernidad se torna cada vez más líquida y cambia cada vez más deprisa. Las máquinas navegan muy bien en este torrente desbordado de información, pero por fortuna no pueden sustituir lo que nos hace humanos: comprender emociones, resolver problemas nuevos, relacionar conceptos dispares para generar nuevas ideas, y relacionarnos los unos con los otros. Siempre habrá trabajos que demandarán estas habilidades.
La educación del futuro debe priorizar el pensamiento crítico frente a la memorización, debe fomentar la creatividad en su camino hacia la eficiencia, y debe comprender las necesidades de este nuevo mundo en el que ya estamos sumergidos. Los pocos que lo hacen ya están a la cabeza del imperio tecnológico que dirige el rumbo de nuestra economía y sociedad a escala global, ¿y qué pasa con el resto? La educación del futuro es la respuesta. Esta enseñanza debería ser flexible, fomentar especializaciones innovadoras que surfeen las nuevas oleadas de oportunidades que empapan nuestra cotidianidad. La formación debería ser más asequible y sobretodo, continua porque ya no vale con ser licenciado o doctor, lo que vale es no dejar de aprender, anticipar el cambio y gestionarlo. El problema no es la tecnología, somos nosotros. Debemos aprender una forma nueva de educar para un mundo nuevo, y entender que los ordenadores no están aquí para sustituirnos sino para multiplicarnos.
La educación a distancia juega un papel primordial en este futuro incipiente, pero no nos equivoquemos, las universidades online no tienen ningún mérito. La enseñanza a distancia no es más que una fórmula para que se formen los que están lejos. El auténtico valor recae en el estudiante que se plantea estudiar a distancia, y que debe demostrar el tesón, la responsabilidad y la motivación de completar un programa académico por sí mismo. Son precisamente estas cualidades las que constituyen los pilares del éxito en este futuro próximo que ya configura nuestro presente. Estas cualidades, potenciadas por programas académicos innovadores y que fomenten el pensamiento crítico, son el camino, la educación del futuro. Más info...
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